sábado, 26 de noviembre de 2016

Cultura Arabe

Arabia: 

Ya en el siglo XXIV a.C., la región oriental de Arabia, la isla de Dilmun (Bahrain), se había convertido en un pujante lugar de pasaje entre Mesopotamia, Arabia meridional e India. A fines del tercer milenio a.C., Arabia ingresó a la órbita de la civilización asiática occidental; en la parte final del segundo milenio a.C. comenzó el tráfico mercantil de caravanas entre Arabia meridional y la Media Luna Fértil. La domesticación del camello, aproximadamente en el siglo XII a.C., facilitó las travesías por el desierto y dio origen a una sociedad floreciente en Arabia meridional, que se desarrolló en torno al estado de Saba (Sheba). Cuando los pueblos del Mediterráneo aprendieron a sacar ventajas de la periodicidad de los vientos monzones del Océano Índico, prosperaron las relaciones comerciales en la región. Romanos y bizantinos comenzaron a tener un importante intercambio con los puertos norteños del mar Rojo y Arabia meridional, y llegaron incluso más allá de India. En los siglos V y VI d.C., las sucesivas invasiones de los etíopes cristianos y la resistencia de los reyes sasánidas provocaron el desmembramiento de los estados de Arabia meridional.

En el siglo VI, la casa Quraysh, que controlaba el enclave sagrado de La Meca, logró una serie de acuerdos con las tribus del norte y del sur, a cuyo amparo las caravanas se movieron libremente desde la costa de Yemen, en el sur, a La Meca, y de allí al norte, a Bizancio, o al este, a Irak. Pero, además, los miembros de la casa Quraysh de Abd Manaf establecieron pactos con Bizancio, Persia y soberanos de Yemen y Etiopía, promoviendo el comercio fuera de Arabia. En su calidad de señores del templo de La Meca (Kabah), los Quraysh eran conocidos como los Vecinos Protegidos de Alá, y a las tribus en peregrinaje a La Meca se les llamaba los Huéspedes de Alá.

La Kabah, con el agregado de otros cultos, terminó siendo el templo de todos los dioses, el culto de algunos de los cuales tal vez estuvo vinculado a acuerdos políticos entre los Quraysh –adoradores de Alá– y las tribus.

Muhammed (Mahoma) nació en el 570, en la rama hachemita de la casa noble de Abd Manaf. Quedó huérfano muy temprano y por lo tanto tuvo escasa influencia en su clan, pero nunca le faltó la protección del grupo. Se casó con una viuda rica y mejoró su posición como mercader, pero comenzó a dejar su impronta en La Meca predicando la fe monoteísta en Alá. Rechazado por los señores Quraysh, Mahoma buscó infructuosamente la integración a otras tribus, hasta que finalmente logró negociar un pacto con los jefes tribales de Medina por el cual obtenía su protección y se convertía en jefe teocrático y árbitro de la confederación tribal de Medina (ummah). Los Quraysh que lo siguieron fueron conocidos como muhajirun (refugiados o emigrantes), mientras que sus aliados de Medina fueron denominados ansar (seguidores). El calendario musulmán tiene como punto de partida la hijrah (hégira), momento en que Mahoma se traslada a Medina en el 622 d.C.

Los hombres de Mahoma atacaron una caravana Quraysh en el 624 d.C., quebrando así el sistema de seguridad vital establecido por la casa Abd Manaf y dando inicio a las hostilidades contra sus parientes de La Meca. El poder en ascenso de Mahoma quedó demostrado cuando declaró a Medina su enclave sagrado luego de que los Quraysh fracasaron en su intento de apoderarse de la ciudad. Mahoma desbarató la ofensiva de los Quraysh y marchó hacia La Meca. Luego de tomarla (630 d.C.), se convirtió en señor de los dos enclaves sagrados. Pero aun cuando le quitó el poder a algunos señores de la casa Quraysh, su política posterior apuntó a la reconciliación.

Después de la entrada de Mahoma en La Meca, las tribus vinculadas a la casa Quraysh vinieron a negociar con él y a aceptar el Islam, lo cual significó algo más que renunciar a sus deidades locales y adorar exclusivamente a Alá.






Literatura:  La literatura árabe nace en el medio beduino de los nómadas, pastores de camellos, recorredores de las reverberantes estepas semidesérticas de la Península Arábiga en busca de pastos y del agua que hace posible la vida y que aflora en pozos salobres o en los oasis, mancha verde en el horizonte que el beduino transcenderá como paraíso, agua procedente de las altas montañas por las breves y violentas tormentas primaverales que generarán arrambladas y una vegetación efímera..  El agua se convertirá en el símbolo de vida, de la generosidad, hasta el punto que el árabe pedirá para sus muertos que la lluvia riegue sus tumbas.



El hombre solo sobrevive en este medio hostil mediante un riguroso código social, basado en la consanguinidad patrilineal. Los árabes tienen plena conciencia étnica patrilineal:  son semitas, descendientes de Abraham a través de Ismael, hijo de Agar y no de Sara como en la Biblia.



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